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¿Cuál es tu valor prefosional? La autoestima en el trabajo

Porque si uno cree en sí mismo,
no intenta convencer a los demás.
Porque si uno está contento consigo mismo,
no necesita la aprobación de los demás.
Porque si uno se acepta a sí mismo,
el mundo entero lo acepta también
– Lao-Tzu

¿Cuál es tu valor profesional?

A raíz de esta pregunta puedes empezar a recordar todos los éxitos que has tenido y repasar las cualidades que te han permitido conseguirlos, o bien, puedes comenzar a sentirte incómodo(a) o inseguro(a), dejando a tu mente llevarte hacia todo lo que te falta para que puedas reconocerte como una persona valiosa a nivel profesional.

La autoestima es la mirada que tenemos sobre nosotros mismos, el juicio que tenemos sobre lo que somos y lo que hacemos. La autoestima en el trabajo tiene más que ver con nuestra forma de pensar que con nuestras capacidades y habilidades.

¿Por dónde te lleva tu mente?

Muchas personas sufren en el trabajo por falta de autoestima. Muchas de ellas no alcanzan sus metas profesionales por una valoración negativa de sus capacidades que limita su desempeño profesional. Existen varias formas de pensar, muy potentes, para llevarnos a la desvalorización que hace bajar nuestra autoestima notablemente:

Compararse con los demás

El caso de Silvia es muy llamativo. Después de un máster y una primera experiencia en una gran empresa, se ve encabezando la empresa familiar. No obstante, se siente pequeña al compararse constantemente con su padre -fundador de la empresa- y empieza a dudar de sus capacidades, pierde su liderazgo, su creatividad y su capacidad para arriesgarse a tomar las decisiones que sabe que son necesarias.

Exigencia y perfeccionismo

Pablo acaba de incorporarse en una gran empresa aeronáutica y como es lógico, al principio no domina bien su puesto. Sin embargo, no se atreve a pedir ayuda por miedo a la crítica; cualquier cambio le genera un nivel de estrés que termina por afectar su capacidad de concentración y rendimiento.

Busca de aprobación o reconocimiento externo

Juan, después de un doctorado y una amplia experiencia internacional, ha conseguido un puesto de alto directivo en una importante asociación profesional a sus 40 años. Tiene que trabajar con un jefe imprevisible y está pendiente de un reconocimiento explícito que él no le da. Todo esto le genera un estrés importante por cada decisión que tiene que tomar, asume una carga de trabajo excesiva por no atreverse a decirle no cuando ya no tiene tiempo, y esta situación termina por afectar a su salud física.

Sentirse responsable de todo lo que sale mal

Javier tiene una trayectoria profesional ejemplar: recién diplomado, entra en una consultoría donde adquiere una gran experiencia que le proyecta en otra empresa de renombre. En su nuevo puesto, se encuentra en un equipo muy competitivo que no reconoce su profesionalidad y se aprovecha de él. Se siente responsable de esta situación, no sabe poner límites, pierde su motivación y empieza a cometer errores.

¿Conoces esta pequeña voz que te sabotea?

Estas formas de pensar se anclan en creencias aprendidas, a menudo desde la infancia. Activan en nuestra mente esta pequeña voz demoledora que nos dice:

“No soy capaz de negociar con los clientes, lo hacen mucho mejor los comerciales, me siento inútil, no sirvo para este trabajo”.

“Soy impostor/a, la gente se va a enterar y me van a echar, no valgo para este puesto, no valgo para nada”.

“Si mi jefe no me dice nada es que hago las cosas mal, no estoy a la altura de este puesto, soy demasiado joven, no valgo para esto”.

“Qué he hecho yo para merecer este comportamiento de parte de mi compañeros, me he comportado mal, es mi culpa, soy mala persona”.

Escuchando estas voces, lo que conseguimos es poner nuestro foco de atención en las cosas negativas y olvidarnos -¡literalmente olvidarnos!- de todas nuestras habilidades y competencias y de todo lo que hemos conseguido y alcanzado en nuestra vida profesional.

Entramos en un círculo negativo de auto desvalorización que limita nuestra capacidad de acción y confirma la visión negativa que tenemos de nosotros mismos. Como vemos -muchas veces- el rendimiento y éxito profesional tienen más que ver con autoestima que con competencias y conocimientos.

Aprende a mirarte desde otra perspectiva

La buena noticia es que la autoestima es algo que se puede mejorar. Es una actitud interior que consiste en conocerse y reconocer su valor. La autoestima es aceptarse y amarse con sus calidades y limitaciones.

Céntrate en el aquí y ahora

Observa cuando tu mente te lleva hacia pensamientos negativos y elige centrarte en el momento presente. Pon tu atención en tu respiración, en las sensaciones que te transmite tu cuerpo y empieza a relajar las tensiones físicas que aparecen. Suelta la mente.

Sé amable contigo mismo

Observa cuando tu mente te lleva al juicio sobre ti y pregúntate: ¿es cierto lo que me digo? Piensa en ti con amabilidad, como lo harías con tu mejor amigo.

Reconoce tus fortalezas y celebra tus éxitos

Cuando consigues algo, ¡celébralo! Es otro engaño de la mente decirte que has tenido suerte, o que era muy fácil, o que es gracias a los demás. Reconoce tus aportaciones. También puedes hacer una lista de todos tus éxitos y empezar a reconocer tus cualidades. Te ayudará a recordarlo cuando te surgen las dudas.

Acepta tus errores y limitaciones y aprende de ellos

Si te juzgas cuando tropiezas con tus limitaciones, lo único que consigues es sentirte mal y reforzar tu sensación de no estar a la altura. Considera tus limitaciones con humildad y como una oportunidad para aprender y crecer profesionalmente. ¡La perfección no existe!

Hazte cargo de ti mismo y deja a los demás hacerse cargo de sí mismos

Cuando te sientes culpable por algo que no ha salido bien, pregúntate: ¿de verdad, soy responsable de cómo se comporta y de lo que dice el otro? ¿Qué cambiaría si reconociera y le dejara la parte de responsabilidad que le corresponde al otro? Salir de la culpabilidad te ayuda a enfocarte y centrarte en ti.

Empieza con pequeños desafíos cotidianos, arriésgate

La autoestima se refuerza con la acción. Atrévete a dar unos primeros pasos cambiar la recurrencia de estos pensamientos y experimentar una forma distinta de pensar. Aprende a reconocer tu talento.
Tienes a mano la oportunidad de cambiar tu forma tu verte a ti mismo. ¡

¡Desafía tus pensamientos!

¡Atrévete a cuestionarlos!

¡Ponte en marcha para explorar un camino nuevo que te llevará, desde la consciencia de tus verdaderas fuerzas y debilidades, a crecer y desarrollarte en tu entorno profesional!

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